Mostrando entradas con la etiqueta Mario Benedetti. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Mario Benedetti. Mostrar todas las entradas

viernes, 26 de junio de 2009

La Tregua

Había leído libros de Benedetti todos de poesía, y me habían dejado un buen sabor de boca. Me acerqué a La Tregua, casi por casualidad, ella estaba en el sitio indicado en el momento indicado, o quizás fuera yo el que me encontrara en tal situación. El caso es que pensé que sería un buen libro para pasar la semana, me reportaría entretenimiento, y algunas dosis de genialidad a la que tan bién acostumbrados nos tiene este escritor; pero pensé que no pasaría de ahí. Craso error por mi parte. La Tregua es un exquisito libro que nos habla sobre las relaciones humanas, sobre el paso del tiempo, los diferentes puntos de vista a diferentes edades, nos habla sobre el amor, nos habla sobre la felicidad, sobre el dolor, pero todo eso en plano más cotidiano posible, en el día a día; todo lo que nos cuenta es algo que le podía pasar a cualquier lector, no es una historia inverosímil, sino que son las preocupaciones, las disyuntivas, las alegrías, que tú o que yo sentimos en determinados momentos de nuestra vida, simples, eternas a veces, horribles otras, y todas ellas, Benedetti las sabe exponer con una sencillez, que llega a abrumar por momentos. Sin duda una delicia de libro, sin duda merezco una paliza por haberla menospreciado.

viernes, 19 de junio de 2009

Jueves 21 de Febrero


Esta tarde, cuando venía de la oficina, un borracho me detuvo en al calle. No protestó contra el gobierno, ni dijo que él y yo éramos hermanos, ni tocó ninguno de los innumerables temas de la beodez universal. Era un borracho extraño, con una luz especial en los ojos. Me tomó de un brazo y dijo, casi apoyándose en mí: "¿Sabés lo que te pasa? Que no vas a ninguna parte". Otro tipo que pasó en ese instante me miró con una alegre dosis de comprensión y hasta me consagró un guiño de solidaridad. Pero ya hace cuatro horas que estoy intranquilo, como si realmente no fuera a ninguna parte y sólo ahora me hubiese enterado.



Extraido de: La Tregua,
Mario Benedetti

viernes, 29 de mayo de 2009

Uruguay siempre será tuya, jefe

Acepto el cese de la vida, lo acepto como ley de la naturaleza, para que otros nazcan, las personas deben dejar sitio aquí. Pero me jode, me jode mucho tener que aceptar que Benedetti jamás volverá a escribir, aceptar que jamás volverá a publicar un libro. Hay que asumir la pérdida de las personas, pero es tan difícil asumir la pérdida de lo que ellos aportan. JODER!!

lunes, 26 de mayo de 2008

El Ascensor

Un relato corto del genial Benedetti, de su libro Vivir adrede, espero que os guste:

EL ASCENSOR

La muchacha y el hombre ingresaron en el ascensor en la planta baja. Ella marcó el 5º piso y él marcó el 7º. Pero de pronto sobrevino un apagón y el ascensor se detuvo, naturalmente a oscuras, entre el 2º y el 3º. Él dijo: "Caramba", y ella: "Qué miedo".

Permanecieron un rato en aquel lóbrego silencio, pero al fin el hombre dijo: "al menos podríamos presentarnos. Mi nombre es Juan Eduardo". Y ella: "Soy Lucía".
Él decidió mover de a poco el brazo izquierdo, y así, a tientas, llegó a tocar algo que le pareció un hombro de la chica. Allí se quedó, esperanzado. Ella levantó una mano y la posó sobre aquel brazo intruso. "Tenés un lindo hombro -dijo él-, parece el de una estatua". Ella apenas balbuceó: "Tu mano me gusta, al menos es cálida".
Entonces. ya mejor orientado, el brazo masculino bajó hasta la cintura femenina. Ella tembló un poco, pero acabó consintiendo. En realidad, no tuvo tiempo de preguntar nada, porque él le cerró la boca con su boca. Lucía, un poco asombrada, sintió que aquel beso le gustaba y respondió con otro, éste de su cosecha.
Así se quedaron un buen rato en aquella tenebrosa intimidad. Él preguntó: ¿Sos soltera?". "Sí y ¿vos?" "Viudo". Inauguraron un abrazo inédito, y así permanecieron disfrutando.
De pronto se acabó el apagaón, pero el ascensor todavía quedó inmóvil. Ambos, ya con luz, se estudiaron los rostros y sobre todo las miradas. Hubo un mutuo visto bueno.
Él dijo: "no estuvo mal, ¿verdad?". Y ella: "Estuvo lindo". Él: "Me parece que el ascensor va a empezar a moverse. En Planta Baja marcaste el 5º. ¿Vas allí?". Y ella: "No, ahora voy al 7º"
Al final el ascensor arrancó y los llevó como lo haría un padrino.

viernes, 25 de abril de 2008

Hombre que mira la Luna

Lo bueno de la poesía es que te invita a releerla siempre, ya sea sólo unos instantes después de haberla acabado, ya sea unos días o quizás, como en el caso que ahora acontece, años después de haberla encontrado por vez primera. Estaba leyendo un libro de Benedetti cuando me acordé de otro que había leído anteriormente que lleva por título "el amor, las mujeres y la vida", y que en su momento me impacto, así que ávidamente fui y por donde el azar colocó mi dedo apareció esta maravilla que ahora yo te dejo a ti para que la leas, y quien sabe si en otro momento (o instante) la releas:

Hombre que mira la Luna

Es decir la miraba porque ella
se ocultó tras el biombo de nubes
y todo porque muchos amantes de este mundo
le dieron sutilmente el olivo

con su brillo reticente la luna
durante siglos consiguió transformar
el vientre amor en garufa cursilínea
la injusticia terrestre en dolor lapizlázuli

cuando los amantes ricos la miraban
desde sus tedios y sus pabellones
satelizaba de lo lindo y oía
que la luna era un fenómeno cultural

pero si los amantes pobres la contemplaban
desde su ansiedad o desde sus hambrunas
entonces la menguante entornaba los ojos
porque tanta miseria no era para ella

hasta que una noche casualmente de luna
con murciélagos suaves con fantasmas y todo
esos amantes pobres se miraron a dúo
dijeron no va más al carajo selene

se fueron a su cama de sábanas gastadas
con acre olor a sexo deslunado
su camanido de crujiente vaivén

y libres para siempre de la luna lunática
fornicaron al fin como dios manda
o mejor dicho como dios sugiere.