[...]Y aunque tan hondo estábamos,
bajamos escaleras,
que no recordaba haber subido,
porque sus escalones eran de aire,
de tardes, de delicias; y el amor
sólo sabe la altura a que vivía
cuando la ha de bajar, y cuando cuenta
cada peldaño que llevaba al gozo
con cifras de cristal
que tibiamente caen por las mejillas.[...]
interesante tu blog.estaré atento
ResponderEliminarun saludo
¡Ahí!
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